BUENOS AIRES / Argentina | IERPcomunica «¿Estará obrando el Espíritu Santo en la comunidad?», se preguntó el Pastor Presidente de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata (IERP), pastor Leonardo Schindler, en su carta pastoral de pentecontes publicada en la revista Vida Abundante de junio de 2019.
La respuesta la fue deshilvanando en lo que consideró «las señales que dan cuenta de la acción del Espíritu Santo». En un primer momento repasó el relato de los discípulos reunidos al momento de su irrupción. Del mismo modo, analizó que «la crucifixión era el instrumento de control social utilizado por las autoridades imperiales» y de qué manera el pueblo estuvo de acuerdo con esa acción de muerte. Sin embargo, «Dios reparó esa violencia y desde allí llama a que todos descubran que el pecado no reside en aquellos que son crucificados, sino en los que crucifican».
Al preguntarse nuevamente dónde actúa el Espíritu Santo, señaló: «cuando las comunidades son transformadas, cuando dejan de estar encerradas en sí mismas, y se abren a la diversidad del mundo y de las personas y situaciones… para llevar un mensaje contundente de rechazo a las violencias crucificadoras y un llamado a optar por el camino del seguimiento a Cristo». Por otro lado, el Pastor Presidente de la IERP insistió que «necesitamos el Espíritu», para que prepare a las comunidades, a fin de que abandonen «el lenguaje del hartazgo, la decepción, el prejuicio», para así «dar lugar a palabras nuevas con las cuales abrirse» a las situaciones a las cuales Dios llama a actuar.
En lo que respecta al testimonio de la Iglesia, dijo que «son necesarias comunidades que movilizadas por el Espíritu Santo se animen a estar en comunión con los muchos crucificados y las muchas crucificadas de hoy, transmitiéndoles con palabras y hechos algunos pequeños anticipos de la restauración que Dios quiere para ellos y ellas». Por eso finalizó, «hoy en Pentecostés decimos ven Espíritu Santo, porque hace falta mucho espíritu soplando, trayendo nuevos aires, despejando las nubes del pesimismo, del hartazgo, de la resignación, del miedo» y para renovar «los corazones y las mentes, para que nadie más margine, ni discrimine, ni apoye la violencia, ni promueva el maltrato». «Ven Espíritu Santo, queremos estar en comunión con el Padre y el Hijo, en comunión con la vida», concluyó.