«Guía mis pasos»: Ordenación de la Diácona Vania Zanow

Este domingo 29 de junio de 2025 fue ordenada al Ministerio Diaconal la diácona Vania Zanow. La celebración se realizó en la Congregación Evangélica de Capitán Meza, en la comunidad del km 07 en el Distrito Paraguay y contó con la participación del pastor presidente de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata (IERP) Leonardo Schindler, así como el Secretario General diácono Ricardo Schlegel.

 

 

Se esta manera la propia diácona Vania resumía lo que vivió en este proceso, que incluyó este importante momento de su ordenación:

 

El sueño de la ordenación

 

El sueño de la ordenación comenzó hace 19 años. Sí, han oído bien: 19 años.

 

Cuando tenía 18, pensé que el camino hacia la ordenación sería lineal: pedir el aval, estudiar teología, hacer el vicariato y, finalmente, la ordenación. Esos pasos sí estuvieron presentes, pero el camino no fue lineal. Entre un momento y otro hubo curvas, subidas y bajadas.

 

Pedí el aval y comencé a estudiar. Luego dejé los estudios. Quise volver, pero no lo hice. Me fui a otro país… volví. Fui madre por primera vez. Pedí otro aval, pero esta vez para ser diacona y no pastora. Volví a estudiar, fui madre por segunda vez, comencé el vicariato, cambiamos de Congregación, fui madre por tercera vez … y llegó el gran día: el sueño de la ordenación se hizo realidad.

 

El camino fue largo y bastante accidentado. En algunos momentos pensaba que debía tomar el control total de mi vida. Al fin y al cabo, es mi vida, yo sé lo que es mejor para mí… ¿qué sabrá Dios? Pero recapacité. Al igual que el hijo pródigo, volví.

 

Hoy, al mirar hacia atrás, reconozco que Él siempre estuvo allí, como el Padre amoroso que es: cuidándome en el camino, en cada parte del trayecto —en las rectas, en las subidas, en las bajadas— guiando mis pasos con paciencia.

 

En ese caminar también encontré personas que me ayudaron a crecer en la fe, que me acompañaron y me enseñaron. Muchas de ellas están aquí hoy, presentes una vez más.

 

Mi corazón rebosa de alegría por la presencia de cada uno: los que vienen de cerca y los que han venido desde lejos.
No puedo dejar de mencionar a quienes vinieron desde Katueté, mi casa, la congregación que me dio el aval dos veces, que creyó en mí dos veces.

 

Agradezco a la Congregación de Caaguazú, donde inicié el vicariato, por abrir las puertas y recibirnos con tanto cariño.
A los amigos de las congregaciones de Ñacunday Sur y Santa Rosa y demás Congregaciones a quienes no habría conocido si no fuera por esta hermosa tarea.

 

A la Congregación Evangélica de Capitán Meza que nos enseña sobre el servicio, la entrega y el amor a Dios y a la iglesia.

 

A mis colegas, algunos que conocí hace poco, y otros que, con los años, se volvieron hermanos.

 

Gracias a la FEDIPA por acompañarme, y a los miembros de la JD por su apoyo incondicional.

 

Agradezco, sobre todo, a mis padres, quienes me guiaron en el camino de la fe y me enseñaron desde la cuna que existe un Dios que todo lo puede.

 

Y lo más importante de estos casi 19 años, lo dejo para el final: gracias a mi esposo, por caminar conmigo, de la mano, en cada paso.

 

Hoy, al recibir la ordenación como diacona, siento que todo este camino cobra sentido. La diaconía, es una forma concreta de vivir el Evangelio: sirviendo, acompañando, escuchando, caminando al lado del prójimo. Ser diacona no es un título, es un compromiso con el Reino de Dios que se construye desde lo cotidiano, desde lo pequeño, desde el amor.

 

Mi oración es:
“Señor, hazme una persona humilde y guía mis pasos. Amén.”

 

Diácona Vania Zanow

 

 

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