Jueves 1 de mayo

 

Al momento cayeron de los ojos de Saulo una especie de escamas, y recobró la vista. Entonces se levantó y fue bautizado.

 

Hechos 9,18

 

En el texto de hoy, presenciamos el poder transformador de la gracia de Dios en la vida de Saulo. Su encuentro con el Cristo resucitado en el camino a Damasco no es solo un evento histórico, sino una poderosa demostración de la capacidad de Dios para cambiar radicalmente corazones y vidas.
Saulo, una vez perseguidor de la iglesia, se convierte en un ferviente defensor de la fe que una vez buscó destruir. Esto sirve como un recordatorio conmovedor de que nadie está más allá del alcance del amor y la misericordia de Dios. No importa cuán lejos hayamos errado, Dios aún puede alcanzarnos y transformarnos desde adentro hacia afuera.
Como protestantes, afirmamos la doctrina de sola gracia: la salvación solo por gracia. La conversión de Saulo es una ilustración vívida de este principio. Su encuentro con Cristo no fue el resultado de sus propios esfuerzos o méritos, sino que fue completamente iniciado por la gracia de Dios. Esto subraya la verdad fundamental de que la salvación es un regalo dado libremente a todos los que creen en Jesucristo.
Así como un jardinero cuida con esmero sus plantas, Dios cuida de nosotros. A veces, podemos sentirnos marchitos por nuestras luchas y fracasos, pero la gracia de Dios es como el agua que revitaliza y hace florecer nuestra alma.
Que nosotros, como Saulo, estemos abiertos al poder transformador de la gracia de Dios en nuestras vidas, y que, a su vez, seamos instrumentos de su gracia y amor en un mundo que necesita redención.

 

Clara Meierhold

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