Jueves 10 de agosto


En aquel momento pasó el Señor, y un viento fuerte y poderoso desgajó la montaña y partió las rocas ante el Señor; pero el Señor no estaba en el viento.
1 Reyes 19,11b

Hermanos y hermanas ¿han buscado a Dios alguna vez? ¿Dónde lo han buscado?

Este texto es la continuación inmediata del texto de ayer. Elías sigue su camino. Un largo camino de hecho, y va, todavía huyendo, al monte de Dios. Va en busca del Dios de su fe. Él sabe perfectamente que está en presencia de Dios, lo que no sabe es dónde exactamente está Dios.

Muchas veces nosotros también intentamos encontrar a Dios en diferentes lugares. Observamos nuestro entorno y aunque vemos señales, no vemos a Dios, o no logramos reconocerlo. El profeta presencia un viento fuerte, un terremoto y un fuego, acciones que representan fuerza, pero Dios no estaba en ninguna de esas cosas.

Sin embargo, Dios estaba ahí con el profeta al igual que está con nosotros, aunque no lo busquemos ni logremos reconocerlo. Dios está en la brisa suave, a veces imperceptible que nos rodea en medio de todos los terremotos y tormentas de nuestras vidas. Está en nuestros prójimos, en la creación entera de la que somos parte.

Dios está en el sol que ilumina nuestros días y en la lluvia que hace germinar. Dios está en ti y en mí. Está en lo más sencillo y en lo más extraordinario que nos rodea. Estamos siempre en presencia de Dios, pues él no nos abandona ni nos desampara.
Dios está aquí, tan cierto como el aire que respiro, tan cierto como la mañana se levanta, tan cierto como yo le canto y me puede oír. (Canto y Fe N° 94)

Karla Steilmann
Pastora de la IERP.
Estudiante de doctorado en la universidad de Leipzig, Alemania.
1 Reyes 19,8-13a

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