“Pero Amos le contestó: – Yo no soy profeta ni pretendo serlo. Me gano la vida cuidando ovejas y recogiendo higos silvestres, pero el Señor me quito de andar cuidado ovejas, y me dijo “Ve y habla en mi nombre a mi pueblo Israel”
Amos 7,14-15
¿A quiénes llama el Señor? ¿Qué considera para realizar ese llamado? ¿La apariencia, el aspecto físico, el nivel educativo, la posición social o económica? Y más importante aún, ¿por qué hace este llamado? ¿Cuáles son sus intenciones detrás de ello?
Claramente, como lo afirma el texto y tantos otros pasajes de la Biblia, ninguno de estos aspectos tiene peso ni se evalúa al momento de ser elegido.
El Señor nos llama a ser portadores de su mensaje, y lo hace llamándonos por nuestros nombres, con pleno conocimiento de nuestras debilidades y fortalezas. En este caso, observamos a un cuidador de ovejas, quien ejemplifica la humildad, la sencillez y la disposición a aceptar el llamado, tal como lo hizo Amós al responder a esta vocación.
Profesionales, obreros, amas de casa, hombres y mujeres, ya sea en el campo o en la ciudad, todos podemos convertirnos en portadores de su mensaje. Cada uno de nosotros tiene algo valioso para ofrecer: aliento, consuelo, esperanza, vida y testimonio.
La misión de llevar su mensaje no siempre será sencilla, pero al aceptar al Señor en nuestras vidas, encontraremos mayor facilidad y nuestras obras darán frutos.
Oración: Señor, humildemente me presento ante ti, buscando tu guía para llevar adelante tu mensaje. Te pido que me fortalezcas para aceptar tu llamado, que me brindes sabiduría y entendimiento. Así como el cuidador de ovejas se convirtió en tu portavoz, que yo también pueda ser un instrumento de tu obra. Permíteme ofrecer el abrazo o la palabra adecuada a aquellos que lo necesitan y esperan. Amén.
Andrea Rodriguez