Un hombre plantó una viña.

Lucas 20,9b

Un hombre plantó una viña y la arrendó a diferentes trabajadores; sin embargo, cada vez que iba a reclamar su paga, lo echaban a punto de querer matarlo, es el símbolo que Jesús utiliza para referir al rechazo de las autoridades judías hacia su mensaje y persona.

Jesús molestó.

Haber defendido a una mujer contra el abuso y haberlo hecho frente a una sociedad que había naturalizado la violación, el maltrato y el “ninguneo”.

Haber dicho que las monedas de la viuda valían más que todo lo que donaban los de buena posición económica, que no lo hacían de corazón, sino para escribir sus nombres en las listas importantes.

Haber llamado “raza de víboras” a quienes comerciaban con la fe de las personas sencillas.

Los cristianos no somos llamados a vivir una fe de cotillón, porque la viña plantada necesita dar frutos. Racimos en los que hace falta más que rezos y liturgias. Necesitamos seguir siendo iglesia de Dios, que busque la justicia, la verdad y la dignidad de todos y todas.

Aunque cueste entender, para mucha gente, esto aún sigue siendo molesto.

Eugenio Albrecht

Lucas 20,9-19

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