Por el camino, muchos tendían también sus mantos, mientras que otros cortaban ramas que habían cortado en el campo.

Marcos 11,8

Montado sobre un burro entra Jesús en Jerusalén, y es aclamado por la multitud. “Hosana” gritan. Pocos días más tarde Jesús muere en la cruz. El libertador llega a su ciudad, no encumbrado sobre un caballo sino sobre un burro. Esto refiere al profeta Zacarías quien profetiza para Jerusalén un rey de paz que bajo el júbilo de la muchedumbre entra a Jerusalén montado en una cría de burra, y bajo cuyo gobierno de paz son destruidos los carros de guerra y abiertas las cárceles.

La gente en Jerusalén celebra una manifestación entusiasta. Echan sus ropas y ramas verdes en el camino, cantan y bailan y arman algo semejante a una proclamación de rey.

Siempre me he preguntado, ¿dónde están estas personas en el Viernes Santo? ¿Gritan ahora “¡Crucifícalo!”? ¿O se han quedado en casa temerosos o cómodos? ¿Quizá aun debían terminar los preparativos para la fiesta de la Pascua, o no querían quedar pegados  a ese populacho agresivo que se movía por la vía pública? ¡Qué extraordinaria muestra de coraje civil habría sido que esas mismas personas que le preparaban el camino con ramas verdes, el Viernes Santo hubieran demostrado por justicia y por la liberación de Jesús!

Existe una tradición que en Cuaresma se traen ramas verdes a la casa. Con ello protestamos contra una sentencia de muerte, una sentencia del mundo de la muerte contra el mundo de la vida. Con las ramas verdes testimoniamos que injustamente crucificaron la vida, y que la vida será más fuerte que la muerte. Nos acordamos nosotros mismos de que debemos abogar por las víctimas de tortura y asesinato, y por la vida y la justicia.

Anunciaremos tu reino, Señor. Reino de paz y justicia, reino de vida y verdad, tu reino, Señor. (Canto y Fe Nº 328)

Heike Koch

Marcos 11,1-11

Compartir!

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email
Share on print
Print