En el monte Sión, el Señor Todopoderoso preparará para todas las naciones un banquete con ricos manjares.
Isaías 25,6

“Dios con nosotros”, esas eran las palabras escritas en las hebillas de los cinturones de soldados del ejército nazi durante la 2da. Guerra Mundial. Parece un caso extremo, pero ciertamente a lo largo de la historia fueron muchos los que creyeron que Dios estaba con ellos, y que eso significaba que Dios no estaba con “los otros”.
El texto de Isaías adquiere en ese contexto un nuevo significado. Dios prepara un banquete para todas las naciones, para todos los pueblos. Dios no excluye esa mesa a nadie. Todos/as son invitados/as a acercarse y poner su confianza en Él.
Pensando en nuestra propia vida, muchas veces queremos asegurarnos que Dios esté, por decirlo de una forma, “de nuestro lado”. Pero Dios nos desafía a superar los límites de nuestros deseos y/o percepciones, para descubrir en Él otra forma de actuar.
Si nosotros limitamos, excluimos, y nos distanciamos, Dios se abre, incluye, y se acerca para compartir su presencia sanadora con todos/as. Quiera Él regalarnos la certeza de que todos/as, también aquellos que nosotros/as no consideramos, son invitados al banquete de la vida. En su presencia, Dios anima y reconforta, fortalece y anima. Vamos, Él es quien nos invita.
La mesa está servida, Señor, y a veces creo que solamente me llamas a mí. Pero Tú, Señor, nos convocas a todos/as, para acercarnos y compartir la mesa contigo. Fortalece nuestra comunión, Señor, y haz de nosotros/as testigos de tu cercanía y compañía. Te lo pido Señor. Amén.

Christian Stephan

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