Miren, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva. Lo pasado quedará olvidado, nadie se volverá a acordar de ello. Llénense de gozo y alegría para siempre por lo que voy a crear, porque voy a crear una Jerusalén feliz y un pueblo contento que viva en ella.
Isaías 65,17-18
Solemos escuchar y repetir frases populares a modo de rezos profanos que denotan cansancio, desesperanza o desasosiego: “Hay que hacer todo de nuevo”; “Tenemos que recoger las cartas y dar de nuevo”; “Debemos enterrar el pasado y volver a las bases”; “Paren el mundo que me quiero bajar”; “Si no tocamos fondo y volvemos a punto cero no hay solución”; “A este mundo ni Dios lo arregla”, etc.
El texto bíblico de hoy nos invita a pensar que, en el laberinto de la vida y la desesperanza reinante, se sale mirando hacia arriba. Y mirar hacia arriba significa mirar al Dios que todo lo ve, con gozo en nuestro corazón. Significa renovar la esperanza, que además de ser una virtud teologal junto con la fe y el amor, es un ancla colo- cada en una nueva orilla, que puede llevar nuestra barca a un puerto alegre y seguro. Significa mirar hacia un futuro donde la novedad de vida y felicidad no sean verdades de religiosidad edulcorada, sino esperanzas presentes y firmes de un Dios que siempre es novedad, creatividad y renovación.
Cuando nos escuchemos repitiendo frases populares desesperantes, que el Señor de la novedad esperanzadora nos haga elevar nuestra mirada, nuestro presente y nuestro futuro hacia la verdadera felicidad personal y popular.
Marcelo Figueroa