Ustedes, pónganse en camino. Pero tengan en cuenta que yo los envío como a corderos en medio de lobos.
»El que los escucha a ustedes, me escucha a mí. El que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza a mí, rechaza al que me envió.»
Lucas 10,3.16
“Sigue tus sueños”. “Busca siempre lo que más deseas”, aconsejan diversos personajes exitosos en los medios masivos de comunicación. A veces son cantantes o actores que quieren enviar mensajes agradables a sus seguidores. Otras veces son autores de teorías que intentan mejorar nuestras vidas. Pero, ¡qué distinto es “Sigue tus sueños” a “Carga tu cruz”, como indicaba Jesús!
El primer consejo parece luminoso y optimista, mientras que el segundo aparenta ser triste y condenatorio. Sin embargo, la primera consigna no es muy adecuada para guiar nuestras vidas. Es cierto que hay que ser constante para conseguir algunos objetivos. Pero es común que nos engañemos acerca de cuáles son los deseos que realmente nos favorecen, o a veces nuestros deseos son incompatibles con los de los demás. Muchos niños ansían ser estrellas de fútbol, pero en una población donde la mitad son futbolistas profesionales es poco posible.
La consigna de cargar una cruz es más apropiada a nuestra naturaleza llena de limitaciones. No hace falta eludir las cargas, y hasta podemos buscarlas si eso es una ayuda para otros y estamos en condiciones de llevarlas. Este camino no excluye la felicidad ni algunas grandes aspiraciones personales, es armonioso con nuestra conciencia y favorece la vida en comunidad. Para muchas personas, aquel campamento en el que tuvieron que transportar una mochila no muy liviana es recordado como uno de los mejores momentos de sus vidas.
Tomás Tetzlaff
Lucas 10,1-16