Salmo 116:1-2, 12-19
1 Amo al Señor, porque ha escuchado
mi voz suplicante.
2 Porque inclinó su oído hacia mí,
lo invocaré toda mi vida.

12 ¿Cómo puedo pagarle al Señor
por tanta bondad que me ha mostrado?
13 ¡Levantaré la copa de la salvación
e invocaré el nombre del Señor!
14 Cumpliré mis promesas al Señor,
en presencia de todo su pueblo.

15 Estimada es a los ojos del Señor
la muerte de sus fieles.
16 ¡Oh Señor, yo soy tu siervo!
Soy tu siervo, hijo de tu sierva;
tú has roto mis cadenas.

17 Te ofreceré un sacrificio de gratitud,
e invocaré el nombre del Señor.
18 Cumpliré mis promesas al Señor,
en presencia de todo su pueblo,
19 en los atrios de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.
¡Aleluya!

Éxodo 12:1-14
1 El Señor habló con Moisés y con Aarón en Egipto, y les dijo:
2 «Este mes será para ustedes el mes principal, será el primer mes del año.
3 Hablen con toda la congregación de Israel y díganles que el día diez de este mes cada uno tomará para sí un cordero, según el grupo familiar y la casa de su padre.
4 Si alguna familia es demasiado pequeña para comer todo el cordero, entonces invitará a su vecino más cercano a su casa, según el número de personas, y repartirán el cordero de acuerdo con lo que cada uno pueda comer.

5 El animal será un cordero sin defecto, macho, de un año, al que podrán tomar de las ovejas o de las cabras.
6 Lo guardarán hasta el catorce de este mes, y ese día toda la congregación de Israel lo sacrificará al anochecer.
7 Tomarán un poco de su sangre y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas donde van a comerlo.
8 Esa misma noche comerán la carne asada al fuego, acompañada de panes sin levadura y hierbas amargas.
9 No comerán nada del animal crudo ni hervido en agua, sino asado al fuego, con su cabeza, patas y entrañas.
10 No dejarán nada del animal para el día siguiente; si algo queda, lo quemarán.

11 Al comerlo, estarán ya vestidos y calzados, y con su bastón en la mano. Lo comerán de prisa. Es la Pascua del Señor.
12 Esa noche yo pasaré por Egipto y heriré de muerte a todo primogénito, tanto de personas como de animales, y ejecutaré mi juicio contra todos los dioses de Egipto. Yo soy el Señor.
13 La sangre les servirá para señalar las casas donde ustedes se encuentren. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo, y así, cuando hiera de muerte a los egipcios, no habrá en ustedes ninguna plaga destructora.

14 Este día será para ustedes un día memorable, que deberán celebrar como fiesta en honor al Señor. Lo celebrarán como un estatuto perpetuo, de generación en generación.

1 Corintios 11:23-26
23 Yo les transmití lo que recibí del Señor: que la noche en que fue traicionado, el Señor Jesús tomó pan,
24 y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este pan es mi cuerpo, que por ustedes es entregado; hagan esto en memoria de mí.»

25 De la misma manera, después de cenar, tomó la copa y dijo: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; hagan esto cada vez que beban de ella, en memoria de mí.»
26 Porque cada vez que comen este pan y beben de esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que él venga.

Juan 13:1-17, 31b-35
Jesús lava los pies de sus discípulos

1 Era antes de la fiesta de la Pascua. Jesús sabía que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre. Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.
2 Durante la cena, el diablo ya había incitado a Judas Iscariote, hijo de Simón, para que traicionara a Jesús.
3 Jesús sabía que el Padre había puesto todas las cosas bajo su poder, y que había salido de Dios y a Dios volvía.
4 Así que se levantó de la mesa, se quitó el manto, y se ató una toalla a la cintura.
5 Luego echó agua en un recipiente y comenzó a lavarles los pies a sus discípulos, secándoselos con la toalla que llevaba en la cintura.

6 Llegó a Simón Pedro, quien le dijo:
—Señor, ¿tú me vas a lavar los pies a mí?

7 Jesús le respondió:
—Ahora no entiendes lo que estoy haciendo, pero lo entenderás más tarde.

8 —¡Jamás permitiré que me laves los pies! —protestó Pedro.

—Si no te lavo, no tendrás parte conmigo —respondió Jesús.

9 —Entonces, Señor, ¡no solo los pies, sino también las manos y la cabeza! —dijo Simón Pedro.

10 —El que ya se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, pues todo su cuerpo está limpio. Y ustedes ya están limpios, aunque no todos —aclaró Jesús.
11 Sabía quién lo iba a traicionar, y por eso dijo que no todos estaban limpios.

12 Cuando terminó de lavarles los pies, se puso el manto y volvió a su lugar. Entonces les dijo:
—¿Entienden lo que he hecho con ustedes?
13 Ustedes me llaman “Maestro” y “Señor,” y dicen bien, porque lo soy.
14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros.
15 Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes.
16 Les aseguro que ningún siervo es más que su amo, y ningún mensajero es más que el que lo envió.
17 Dichosos serán si ponen en práctica estas cosas.

31b Jesús dijo:
—Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él.
32 Si Dios es glorificado en él, Dios glorificará al Hijo en sí mismo, y lo hará muy pronto.

33 Hijitos, voy a estar con ustedes solo un poco más. Me buscarán, y lo que les dije a los judíos, ahora se lo digo a ustedes: “A donde yo voy, ustedes no pueden ir.”

34 Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros.
35 De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros.

 

 

Agenda Evangélica: Salmo 111; Éxodo 12,1-4(5)6-8(9)10-14; 1 Corintios 11,(17-22)23-26(27-29.33-34a) (P); Juan 13,1-15.34-35