Jueves 17 de agosto

Y los haré felices en mi casa de oración.
Isaías 56,7b

Felicidad no es reír o estar alegres todo el tiempo. La felicidad es un estado del alma. La búsqueda de la felicidad es algo permanente en el ser humano. Generalmente se pretende que venga desde lo exterior y de forma individualista (pensando en nuestro propio bienestar solamente). Y no hay felicidad posible de esta manera.

El texto de hoy es muy revelador en este aspecto. Los israelitas estaban dispersos, en el destierro y el Señor les promete que volverán a reunirse. Y no en cualquier lugar, sino que en “su casa de oración”. No hay aquí espacio para individualismos.

Por variados motivos a veces transitamos el camino de la dispersión y la soledad. Andamos como errantes por diferentes circunstancias, sin un rumbo claro.

¡Qué bueno es saber que el Señor quiere reunirnos! El mismo lo promete: “Mi casa será declarada casa de oración para todos los pueblos.” (Isaías 56,7b)

Así como quiso reunir a su pueblo, en su tiempo, quiere reunirnos hoy para que en su casa podamos presentarle todo aquello que nos pesa, orar en comunidad, celebrar juntos cantando y también juntos (uniendo nuestras voces) confesar nuestra fe.

Es reconfortante y esperanzador saber que contamos con un Dios que quiere vernos en comunión; porque estando juntos las cargas que se comparten se hacen menos pesadas.

También es bueno saber que esta promesa del Señor no tiene límites; sino que está dirigida a todos y todas como camino hacia una vida mejor, más plena, más segura y más feliz.

“Mi vida entera vibra de alegría, mi copa rebosa gratitud hacia el que puso en mi existencia sentido y compañía desde mi juventud”. (Canto y Fe Nro.166)
Isaías 56,6-8

Deborah Verónica Cirigliano Heffel

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