¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos?
Jonás 3
En hawaiano, existe una sola palabra para: oír indicaciones, empezar a andar y olvidar enseguida la descripción: «akihi«. Me viene bien, ya que tengo mala orientación y mala memoria en estos asuntos. Es útil cuando encuentro gente en el camino a la que puedo volver a preguntar y que me ayuda a encontrar el camino correcto.
El tema de la pérdida de rumbo, el vagabundeo y la necesidad de reorientarse es también recurrente en la Biblia. Dios mismo brinda ayuda, como nos cuenta el Libro de Jonás. Envía al profeta a Nínive, la gran ciudad donde prevalecen condiciones terribles. Llama al pueblo al buen camino, advirtiendo que, de lo contrario, las consecuencias serán nefastas.
¿Qué es lo que ocurre? Es el rey quien es movido al arrepentimiento, y él llama al pueblo a hacer lo mismo. Nosotros solemos pedir al gobierno que corrija su rumbo, y es cierto que, como Iglesia, tenemos una voz profética. Pero ¡cuidémonos de llevar ante nosotros con arrogancia a nuestro «sabelotodo»! También en la vida cotidiana nos gusta ver la culpa en los demás y no en nosotros mismos.
«Los de arriba», los demás, ciertamente tienen que retroceder en muchos casos. Pero tampoco yo siempre sigo el buen camino.
En Nínive, el rey ordena reflexionar y arrepentirse: «Clamen a Dios con todas sus fuerzas. Deje cada uno su mala conducta y la violencia». ¡Y esto funcionó! ¿Quizá porque primero invita a rezar en lugar de limitarse a ordenar?
Entonces, clamemos a Dios con todas nuestras fuerzas: “Oh Dios, examina mi corazón; reconoce mis pensamientos; mira si estoy siguiendo el camino del mal y guíame por el camino eterno”.
Kirsten Potz