Éste es el nombre con que lo llamarán: “El Señor es nuestra victoria”.

Jeremías 23,6b

En el texto de hoy, Jehová está hablando a través del profeta para advertir a los pastores que han dispersado y espantado a sus ovejas. También les anuncia la llegada de un nuevo descendiente de David, al que llamarán «El Señor es nuestra victoria».
En este nombre simbólico se resumen todas las bendiciones prometidas para los tiempos mesiánicos: justicia, rectitud, salvación y liberación.
En la vida cotidiana, solemos asociar la victoria con luchas, batallas o competencias en las que alguien triunfa sobre otro. Sin embargo, desde la perspectiva cristiana, la clave para entender correctamente la palabra «victoria» radica en considerarla como un regalo que se hizo posible “por medio de nuestro Señor Jesucristo”.
Como cristianos, tenemos fe en este nombre. Creemos que Jesús es nuestra victoria y que a través de él somos vencedores. Cristo superó la muerte al resucitar, y así nos redimió a todos. El sentimiento que debería surgir de nuestro interior es el de agradecimiento.
El apóstol Pablo dijo a los Corintios: “¡Gracias a Dios que nos da la victoria por medio de Jesucristo, nuestro Señor! Por eso, amados hermanos míos, estén firmes y constantes; trabajen siempre para la obra del Señor, conscientes de que nada de lo que hagamos para el Señor será en vano.” 1 Cor 15, 57-58
Estoy segura de que en tus días has enfrentado luchas; algunas te parecieron más fáciles que otras. Pero hoy, si estás leyendo este texto, es porque reconoces la gloria de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo al estar contigo, acompañarte, sostenerte y hacerte vencedor. ¡Sigue firme en esta convicción y fortalécete en el Señor! Amén.

Patricia Roggensack

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