Jueves 18 de septiembre

 

¡Arruinaremos a los pobres hasta que ellos mismos se nos vendan como esclavos para pagar sus deudas, aunque sólo deban un par de sandalias! ¡Venderemos hasta el desecho del trigo!» El Señor ha jurado por la gloria de Jacob: “Nunca olvidaré lo que han hecho”.

 

Amós 8,6-7

 

Parece que a Dios sí le importan los asuntos económicos y de negocios, especialmente los relacionados con la vida de sus hijos e hijas. Los temas económicos son cruciales, ya que de ellos depende, en muchos sentidos, la vida misma, el cuidado de la creación y la sustentabilidad de las comunidades. Al releer a Amós, vemos que si nuestras acciones generan pobreza y la concentración de riqueza en unos pocos, es un tema que interesa a Dios.
Dios tiene memoria, dice el Profeta, y no olvida las acciones de quienes empobrecen la vida y arruinan el mundo. Pero tampoco olvida a las personas que trabajan por la justicia, la paz, el amor, la equidad y la inclusión; sobre eso también hay muchas afirmaciones bíblicas.
En la mirada de Dios, el mundo que Él creó debería proporcionar una vida buena y plena para todas las personas. A cada uno de nosotros nos corresponde hacer nuestra parte y ser constructores de nuevas realidades. Para Jesús, es cuestión juzgada: solo entrarán en su Reino quienes hicieron bien a las personas más débiles y necesitadas de la sociedad.
“Pues tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; anduve como forastero, y me dieron alojamiento. Estuve sin ropa, y ustedes me la dieron; estuve enfermo, y me visitaron; estuve en la cárcel, y vinieron a verme (…) Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicieron” (Mateo 25).

 

Jorge Daniel Zijlstra Arduin

Compartir!

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Email
Print