Él traerá la paz
Miqueas 5,5
El profeta Miqueas anuncia que el pueblo de Israel tendrá un rey que lo liberará del exilio. La promesa de paz es la esperanza que atraviesa toda la vida del pueblo.
El cumplimiento de esta promesa se da con la venida de Jesús, quien nos enseña la bienaventuranza de trabajar por la paz con las herramientas de su evangelio y la sabiduría de su espíritu, en beneficio de toda la humanidad y la creación.
Por lo tanto, para construir la paz se necesita mucho discernimiento; incluso lo cotidiano evidencia la complejidad que esta tarea conlleva. Por ejemplo, a modo de comparación, las casas construidas de barro en muchos lugares, décadas atrás, fueron consideradas de manera despectiva como construcciones deficientes. También existieron disposiciones municipales imponiendo como obligatoriedad la construcción de casas de cemento, lo que llevó a la destrucción de las anteriores hechas de tierra, agua y pajas amasadas.
Hoy en día, se está retomando la construcción de casas de barro amasado. Diversas experiencias han demostrado que estas casas se caracterizan por su resistencia, durabilidad, ambientes saludables y no húmedos, adaptabilidad a las temperaturas ambientales y aspectos económicos, entre otras cualidades ecológicas. Es así como la historia de los despreciados ranchos de paja nos recuerda tantos engaños enunciados como promesas de paz, engaños que han llevado como bandera el “orden y progreso”, causando tanto sufrimiento en la vida de los más pobres.
Tal como dice Rigoberta Menchú Tum (Premio Nobel de la Paz): “La paz no es solamente ausencia de guerra, mientras haya pobreza, racismo, discriminación y exclusión, difícilmente podremos alcanzar un mundo de paz”.
Pidamos a Dios tener discernimiento para ver cómo Jesús nos trae verdadera paz y nos ilumine para construirla, cuidarla y defenderla.
Norma Guigou