El Señor, el Dios de Israel, el que rescató a Abraham, dice: “De ahora en adelante Jacob no sentirá vergüenza, ni su rostro se enrojecerá, porque cuando sus descendientes vean lo que he hecho con el pueblo, reconocerán mi santidad y me temerán a mí, el Dios santo de Israel”.

Isaías 29,22-23

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Paso a paso nos acercamos a la celebración de la Navidad. Una de las fiestas principales de la cristiandad. Y con seguridad nos preparamos de diferentes maneras para celebrarla. Hay quienes participan de las comunidades y dedican un buen tiempo ayudando en teatros, en el coro, preparando regalos, adornando escenarios y el templo. Para otros pareciera que la Navidad no pasa por la Iglesia; pasa por encontrarse con familiares y amigos o por viajar. Siempre recomendamos a nuestros seres queridos que aun cuando viajen a otros lugares busquen alguna iglesia donde celebrar la Navidad participando del culto u otra actividad y hoy va esa sugerencia para ti también, querida lectora, querido lector.

Creemos que actualmente, por lo menos en nuestra región, se le da más importancia a la Navidad que hace algunos años. A pesar de que no siempre el centro de la celebración es el nacimiento de Jesús. ¿Tendrá algo que ver con sentir vergüenza?Nos parece que tiempo atrás las personas eran más avergonzadas cuando les tocaba hablar de si participaban o no de una iglesia; hoy pareciera que hay cierto orgullo en pertenecer a una congregación. ¡Qué bueno que los tiempos cambian! Deseamos que ese orgullo tenga que ver también con experiencias vividas por las personas, experiencias de la bondad de Dios y de su amor hacia todo su pueblo y hacia cada una de las personas.

Ahí las comunidades cristianas tenemos una tarea grande.  Porque muchas veces ese amor de Dios se puede manifestar a través de nosotros, a través de las comunidades que se reúnen en diferentes grupos para vivir la fe.

Que en estos días cercanos a la Navidad podamos mostrar con gestos, con palabras, con nuestro ejemplo, que el amor de Dios mostrado en el niño Jesús es para todos. Y que el amor de comunidad pueda ser vivenciado por más personas, y todos podamos sentir orgullo de ser Iglesia y parte del pueblo de Dios. Amén.

Armando Weiss y Mariela Bohl

Isaías 29,17-24

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