La gente al ver esta señal milagrosa hecha por Jesús, decía: -De veras éste es el profeta que había de venir.
Juan 6,14
Cuenta mi nuera que en una de sus prácticas de manejo junto a su esposo para gestionar la licencia de manejo, su hijito de dos años y medio que estaba en el asiento posterior, decía: “no arranca, no giran las ruedas”. Cada vez que recuerdo el hecho e imagino el momento, me causa mucha gracia. Pero además de gracioso también es ilustrativo.
Podemos reconocer y marcar que cuando la respuesta personal, local, no se corresponde lo suficientemente a cuanto amerita un mundo nuevo, desde una vida renovada de las personas –en primer término de los cristianos, como es esperable en nuestra convicción, también es necesario reconocer que el gran vehículo de la fe, de la esperanza y de la vida, que conducimos por sola definición, no arranca. Seguramente no coordinamos bien los dispositivos de marcha en nuestro manejo. Así, por más explicaciones que demos para justificar nuestra momentánea ineficiencia ¡no arranca ni dan vuelta las ruedas!
Nuestro pasaje nos desafía a una buena puesta en marcha. Hacia un buen impulso y movimiento evangélico de la presencia de Jesucristo en toda nuestra vida, y para ello a un ejercicio cotidiano y tranquilo del Evangelio entre nosotros. Cuando esto no ocurre, hasta un niño detecta la irregularidad del testimonio en toda nuestra vida, y para ello a un ejercicio cristiano. Es necesario que identifiquemos nuestras dudas en este ejercicio de la fe en el día a día, para que la señal milagrosa de Jesús por la vida sea vista y apreciada por toda la gente. Una vez más quedamos invitados para sincronizar nuestro testimonio cristiano en una sutil coordinación de nuestra mente, de nuestro corazón y nuestro ser, y todo en el amor divino. Será una buena manera de poner primera, y permitir que la gente vea arrancar la iglesia en una armoniosa y sincronizada marcha.
Es bueno tener en claro que nadie subirá al vehículo de la iglesia, si en lugar de seguridad, inspiramos temor o desconcierto. Jesucristo es la señal milagrosa para el mundo. Actuemos en armonía con su verdad. Amén.
Ernesto Weiss
Juan 6,1-15