Convertiré su tristeza en gozo, los consolaré y aliviaré sus penas.
Jeremías 31,13b
El sufrimiento, la tristeza, las necesidades, la pobreza, la opresión,el maltrato y la esclavitud no provienen de Dios. Seguramente hay muchas causas que dan lugar a tales situaciones, y la mayoría, o casi todas ellas, tienen su origen en el pecado humano y social.
Lo que sí proviene de Dios es la voluntad de que tengamos vida en abundancia. Por eso, ante la gravedad de las realidades que amargan la vida de sus hijos e hijas durante el exilio en Babilonia, el Señor afirma y promete restauración, nueva vida, gozo y consolación: “Convertiré su tristeza en gozo, los consolaré y aliviaré sus penas”.
Esa misma vida en abundancia se universaliza y se actualiza para siempre en Cristo Jesús. Por su obra y gracia, tenemos la certeza de que ni el pecado, ni la muerte, ni poder alguno pondrán fin al proyecto de vida nueva. Todo fue vencido en la cruz. La esperanza de la resurrección comenzó a brillar desde aquella mañana de Pascua.
Gracias, Señor, te damos por Cristo, por su obra y amor. Te rogamos que la esperanza y la vida que recibimos por medio de Él nos sostengan en los sufrimientos del tiempo presente.
Cambia, oh Señor, nuestra tristeza en baile, y seca las lágrimas de quienes lloran. Que tu promesa nos alivie y nos anime a comprometernos en favor de un mundo más humano y ecológico, confiando siempre en tu promesa. Que así sea. Amén.
Leonardo Schindler