Pero Dios le dijo: “Necio, esta misma noche perderás la vida, y lo que tienes guardado, ¿para quién será?”

Lucas 12,20

Quiero contarte acerca de mi amigo Gabriel. La muerte no lo tomó por sorpresa. Gabriel murió de cáncer a los 34 años en enero de 2015 y supo durante varios años que estaba enfermo. Lo único que tenía guardado cuando le llegó la muerte era un montón de remeras o camisetas alusivas a las muchas buenas causas por las que se había manifestado.

Gabriel nunca se preocupó por el dinero, ni por lo que habría de comer o beber, ni por la ropa, ni por el día de mañana. Gabriel siempre supo cómo disfrutar y estar plenamente presente en cada momento de su vida. Y su principal ocupación fue la militancia política y social. No le interesaba hacer carrera ni buscar alguna ventaja personal. Lo que le gustaba era llevar una pancarta y estar en la protesta.

Su secreto era pedir ayuda y recibirla sin sentirse atrapado en una opresiva deuda de gratitud. Gabriel también contaba con sus amigos, y nada podía desilusionarlo respecto de ellos. Sabía, además, que sus padres y hermanos nunca lo dejarían en la estacada. Y tenía una fe que lo llevaba a tener asistencia casi perfecta en la iglesia los domingos, a no cansarse de dar gracias por sus amigos, sus padres y sus hermanos, y a atender el llamado de Dios para participar en la construcción de un mundo solidario, sin personas excluidas ni desamparadas, en el que la libertad y la seguridad que él sentía fueran la norma y no la excepción.

Yo quiero parecerme a Gabriel. ¿Y vos?

Andrés Roberto Albertsen

Lucas 12,13-21

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