Jueves 20 de marzo

 

“Busquen al Señor mientras puedan encontrarlo, llámenlo mientras está cerca”

 

Isaías 55,6

 

La lingüística cognitiva ha descubierto que en el uso cotidiano del lenguaje asociamos “lo alto” con el bien, el poder y la felicidad. Esto se debe a que, cuando estamos tristes, nos encorvamos (estamos literalmente deprimidos). Además, se relaciona con el hecho de que, cuando morimos, estamos acostados, y cuando estamos vivos, estamos de pie. Por eso, decimos “estoy arriba” o “estoy en la cima” cuando queremos expresar que estamos muy bien.
Isaías también usa una metáfora espacial para describir la Palabra: “así como la lluvia y la nieve bajan del cielo, y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar” (Isaías 55, 10). Cae, pero, nos advierte, Dios siempre está por encima de nosotros/as. Jesús, el hijo del hombre, bajó a la tierra, sí, pero sus ideas y acciones siempre fueron sobrehumanas. En este sentido, el texto nos revela que ninguna persona es mejor que otra, por más poderosa e influyente que sea en el mundo. Jesús nos enseña a ser humildes, a no dejarnos llevar por el poder y más bien gobernarnos a nosotros mismos.
Me preocupa escuchar tantos discursos de superioridad que infunden terror, afirmando poseer la verdad revelada. Pero, como dice el texto, nadie está por encima de Dios y ningún gobernante, empresario ni persona influyente está por encima de la Palabra. Ante Dios somos todos iguales y desconfío de quienes dicen ser superiores a costa de otras personas.
Dios procura mantener mi corazón humilde, no dejes que las palabras de opresión nos sesguen y ayúdanos a sembrar palabras de amor y ternura.

 

Angie Stähli

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