Jueves 22 de septiembre

El Señor había querido humillar a Judá a causa de Ahaz, rey de Judá, pues él había promovido el desenfreno en Judá y había sido sumamente infiel al Señor.

2 Crónicas 28,19

Dieciséis años reinó, desde muy joven. Arruinando al pueblo, buscando su propio prestigio en lugar de reinar para el pueblo. Tanto, que cuando murió no lo llevaron al panteón de los reyes.
Una mala decisión tiene consecuencias para todo el pueblo… en realidad dos malas decisiones:
La primera, estratégica, o política: En los primeros años de su reinado, el rey de Israel y el rey de Siria trataron de obligarlo a unirse en una alianza, pero fracasaron. Los aliados invadieron Judá (2 Reyes 16,5). Los de Judá sufrieron grandes pérdidas y muchos hombres fueron tomados prisioneros.
La segunda: buscar la protección en los dioses equivocados:
Isaías procuró en vano ayudar a Ahaz en lo peor de su crisis a fin de que confiara en Dios (Isaías 7,1-12). Pero este rey infiel prefirió apelar a Asiria y sus dioses en busca de apoyo. El costo de la ayuda, además de agotar la economía, fue un siglo de vasallaje para Judá. Los filisteos y los edomitas aprovecharon la situación desfavorable de Judá para realizar incursiones hostiles (2 Crónicas 28,17-18).
Estas calamidades aparecen como juicio divino sobre Ahaz debido a su apostasía. “Hizo pasar por fuego a su hijo”, alentó el culto pagano en los lugares altos, colocó un altar de tipo asirio en el patio del templo, utilizó el altar de bronce de Salomón para la adivinación, y cerró el santuario del templo.
Una advertencia para quienes abusan de la responsabilidad que le es encomendada: sean gobernantes, líderes de iglesias, padres de familia….
Cumplamos diligentemente las tareas que se nos encomiendan y hagámoslo para Dios, no para nosotros mismos.

Pablo Münter

2 Crónicas 28,16-27

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