Jueves 24 de abril

 

El Dios de nuestros antepasados resucitó a Jesús, el mismo a quien ustedes mataron colgándolo en una cruz. Dios lo ha levantado y lo ha puesto a su derecha, y lo ha hecho Guía y Salvador, para que la nación de Israel se vuelva a Dios y reciba el perdón de sus pecados. De esto somos testigos nosotros, y también lo es el Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que le obedecen.

 

Hechos 5,30-32

 

Aún en medio de la persecución y del temor que esta conlleva, Pedro y Juan son capaces de dar testimonio ante sus perseguidores. La cita bíblica precedente es toda una confesión de fe, una síntesis de la obra salvadora de Dios dada al mundo a través de Jesús. Y de esta obra, de este gesto, de esta acción, de este profundo acto de amor es de lo que los apóstoles dan testimonio.
De estos hechos que han presenciado y vivido, se convierten en testigos. No solo por la necesidad de contarlo, sino también porque desean que muchos puedan acceder a la salvación que Dios ofrece a través de su Hijo. Ahora bien, cabe la pregunta: ¿y nosotros? ¿De qué cosas o hechos significativos hemos sido testigos en nuestras vidas? ¿Realmente experimentamos al Resucitado, el amor y el perdón de Dios? Se cuenta que “cierto domingo, una anciana salía de la iglesia antes de que terminara el culto. Una amiga la encontró y le preguntó: ¿ya terminó el sermón? No, respondió la anciana, ya lo predicaron, pero no se ha terminado. Ahora voy a hacer mi parte”. ¿Nosotros hacemos nuestra parte? ¿Damos testimonio de nuestra fe cada día?

 

David Juan Cirigliano

Compartir!

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Email
Print