Voy a hacerlos volver del país del norte, y a reunirlos del último rincón del mundo. Con ellos vendrán los cojos, las mujeres embarazadas y las que ya dieron a luz. ¡Volverá una enorme multitud!
Jeremías 31,8
En estos últimos tiempos, una gran parte de la humanidad vive en condiciones de desplazamiento, en el exilio, buscando refugio, tratando de escapar de sus perseguidores o perdiendo su vida en el intento. Tanta gente carece de un lugar donde volver para sentirse libre, en paz y segura para vivir junto a su familia o comunidad.
Es una auténtica tragedia humanitaria que parece empeorar y por la cual tantas veces oramos y pedimos a Dios. También recordamos y agradecemos profundamente la incontable cantidad de personas, organizaciones humanitarias y gobiernos, por todo lo que hacen por mitigar el dolor, responder a las necesidades y acompañar en su angustia a los desplazados del mundo.
Ciertamente, Cristo vino a realizar la obra del Padre de “hacer volver”, a “reunir” y salvar a quienes, lejos de su patria o dentro de su propio país, experimentan una sensación de exilio: en pobreza extrema, rodeados de violencia e inseguridad, con deseos de huir en busca de aquel lugar que una vez tenían o sueñan para ellos y los suyos. Pedimos a Dios que Cristo haga volver y reúna en paz a la gran multitud de los que están lejos de casa y que tanta gente de fe, de buena voluntad se una a esta causa.
Unámonos también nosotros en esta tarea inmensa de abrir sendas de justicia y paz, para que mucha gente pueda volver a sentir que está en casa y no en un país extraño. Amén.
Delcio Källsten