El ángel metió su hoz en la tierra, vendimió la viña de la tierra y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios.
Apocalipsis 14,19
Es conocida la parábola de la viña, en Isaías 5,1-7, donde el profeta presenta a Dios como el viñador y a su pueblo como a la viña. El “viñador” había hecho todo lo necesario para que la “viña” produjera las uvas dulces que esperaba, sin embargo solo uvas agrias produjo. La explicación de la parábola dice: “Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel y los hombres de Judá, planta deliciosa suya. Esperaba juicio, y hubo vileza; justicia, y hubo clamor” (Isaías 5,7). En el Apocalipsis, el profeta Juan anuncia el juicio de Dios dirigido a una viña, que incluye a quienes no guardan los mandamientos de Dios y llevan sobre sí la marca de la “bestia” y sus obras de injusticia, mentira, violencia y todo lo que niega a Dios y la vida en Cristo Jesús.
El juicio de Dios es como ese cartel de advertencia al lado del camino o puesto en algún lugar público escrito en grandes letras de color, casi agresivo a los ojos pero que al verlo debemos tomar en cuenta y nunca rechazar; porque están allí para ayudarnos a cuidar la vida de las personas. Es para nuestro bien tomarlos en cuenta. Dios que no desea nuestra condena sino que nos salvemos por la fe en Jesucristo; por eso emplea duras palabras de juicio, para condenar nuestros pecados, para que renunciemos a todos ellos y arrepentidos podamos recibir el perdón que nos libera, salva y nos devuelve una conciencia limpia. Amén.
Delcio Källsten
Apocalipsis 14,14-20