Acuérdate del día de reposo, para santificarlo… Honra a tu padre y a tu madre… No mates. No cometas adulterio. No robes. No digas mentiras en perjuicio de tu prójimo. No codicies la casa de tu prójimo… ni nada que le pertenezca.
Éxodo 20, 8-17

Los mandamientos son parte de nuestra historia y vida de fe. Hoy nos acompañan los versículos 8 al 17 que nos hablan de los demás mandamientos.

Martín Lutero, en el catecismo mayor, nos explica los tres usos de los mandamientos o de la ley de Dios. El primero es el uso civil, es decir, para organizar la sociedad y preservar la vida. El segundo uso de la ley es el pedagógico, que sirve como un espejo que nos ayuda a mirar y tomar conciencia de nuestros pecados, para ver quiénes somos frente a Dios y corregir nuestro camino. Y el tercero uso de la ley es el didáctico, que nos ayuda a vivir y permanecer en la fe, a experimentar diariamente nuestro bautismo, arrepentirnos de nuestros pecados y renacer para una nueva vida en Cristo.

Los mandamientos de Dios nos ayudan a evaluar y a discernir constantemente en nuestro caminar como seguidores y seguidoras de Cristo. La ley no nos salva, ella nos ayuda a ver quiénes somos, a ver que la salvación no está en nosotros y nosotras, sino en el Evangelio, en todo lo que Dios hizo por amor a nosotros y nosotras por medio de Cristo Jesús.

Pidamos a Dios para que su sabiduría divina nos conceda entendimiento para evaluar nuestras vidas, corregir nuestros errores y vivir día a día la fe en la cual hemos sido bautizados y bautizadas. Amén.

Izani Bruch