Por lo tanto, no dejen ustedes que el pecado siga dominando en su cuerpo mortal.
Romanos 6,12
En la escuela aprendí y sobre todo en los recreos, que si alguien tenía cierta influencia sobre vos, eras un “dominado”. Escuché muchas veces esa cargada: “sos un dominado”.
Sentí que ser dominado no era bueno. Porque de algún modo quería decir que pensabas, hacías o decías lo que otro pensaba y no decía, lo que otro hacía pero no daba la cara, lo que otro decía pero no en voz alta y en primera persona.
El pecado nos domina.
No dejen que el pecado siga dominando en su vida dice Pablo. ¿Cómo hacer para que el pecado no nos domine? Piensa por vos, compórtate tal como hijo e hija de Dios y si haz de hablar, hazlo con voz propia.
No dejen que el pecado los domine; es no pensar, no vivir, no decir según los criterios de la mundanidad sino más bien, pensar, vivir, y decir con los criterios de vida nueva que hemos recibido al aceptar a Cristo para que sea Él quien hable por nosotros, viva en nosotros y piense por nosotros. En Cristo somos nuevas creaturas, dejemos a la mujer y al hombre viejo atrás.
Sergio López