Ya estoy a punto de irme por el camino que les toca recorrer a todos. Reconozcan entonces con todo su corazón y con toda su alma, que ni una sola de todas esas admirables promesas que les hizo el Señor, ha caído en el vacío: todas se han cumplido, y no falló ni una sola.

Josué 23,14

No siempre fue sencillo el camino para la consolidación de Israel. La toma de Canaán costó sufrimiento y muerte. Y también fueron tiempos de idas y vueltas, prosperidad y miseria, paz y guerra, bienestar y pobreza. José, al final de su vida, duda de la fidelidad de los israelitas, por eso insiste en que no se aparten del camino de la ley, ni a derecha ni a izquierda. Exhorta a recordar las bendiciones recibidas y, al mismo tiempo, advierte sobre los castigos que sobrevendrán cuando se aparten del camino de Dios. No es solo la infidelidad por seguir a otros dioses, es la infidelidad de no cumplir con la voluntad de Dios al no amar al prójimo, al hermano, en socorrer al débil y al necesitado, esa es la gran infidelidad.
Josué les pide que reconozcan que las promesas de Dios se cumplieron, no olviden eso.

Es nuestra cotidiana tarea recordar las promesas de Dios y mirar a nuestro alrededor el cumplimiento de ellas. Tenemos siempre que saber bien que hemos hecho nosotros y qué viene de Dios; de no ser así caemos en el orgullo de creer que todo lo logramos nosotros, que somos héroes de nuestra vida y de nuestros caminos.
Es una tarea imprescindible y necesaria: evaluar lo que Dios ha prometido y hecho y que nos toca a nosotros, en fidelidad, hacer. Amén.

Atilio Hunzicker

Josué 23,1-16

Compartir!

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email
Share on print
Print