Resucitado para nuestra justificación.
Romanos 4,25

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Caminaba por el barrio y de repente vi una casa que tenía un muro imponente, bien erguido, compacto, de unos dos metros y medio de altura. En la parte de arriba unas terminaciones de rejas con puntas super filosas; y al final, cuatro hilos de alambre, con la leyenda: “cuidado, cerco eléctrico = 220 voltios”. Me quedé petrificado.

A unos metros, una casa del mismo tamaño, pero con un jardín que tiene una serie de plantas de rosas, varias “alegrías del hogar” y un perro que va y viene, y no termina nunca de decidirse si ladrar, o moverles la cola a los transeúntes. Sólo el cerco de tejido lo detiene, más por costumbre que por su fortaleza.

Dice el apóstol Pablo que quien justifica nuestra vida es el Cristo resucitado, y yo me pregunto sobre lo que justificará a las familias que habitan cada una de esas casas.

Y aún más, ¿Qué te justifica a ti? ¿Qué nos justifica a nosotros?

¿Qué justifica a la actual iglesia de Cristo?

 

Eugenio Albrecht

 

Romanos 4,13-25

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