Día de la Reforma
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque serán satisfechos.
Marcos 5,6
Vengo de Alemania y nunca tuve que pasar hambre. Para las generaciones anteriores era diferente. El hambre formó parte de sus vidas en la época de la Segunda Guerra Mundial, y esa experiencia dejó una marca en la gente. Para mi abuela, el pan era algo sagrado. Con la comida no se juega, el plato se come. A menudo escuché estas frases y también dejaron huella en mí.
Tocando el tema del hambre, Jesús utiliza una comparación con un significado directo para sus oyentes, quienes sabían muy bien qué significaba pasar hambre. Así como anhelas tener pan cuando tienes hambre, también debes anhelar la justicia en el mundo. No te acostumbres a las pequeñas y grandes injusticias cotidianas, busca más bien el Reino de Dios y su justicia. Pero no anheles la justicia como si solo tuvieras un poco de apetito, sino anhela la justicia como una persona que tiene un hambre profunda por ella.
La desesperada búsqueda de justicia por parte de Martín Lutero solo se puede comprender desde su pregunta fundamental: ¿cómo podemos vivir nuestras vidas sin pecar y en conformidad con los mandamientos de Dios? En el mundo de Lutero, esta pregunta estaba estrechamente relacionada con el temor al infierno. El descubrimiento que hizo Lutero, que marcó el comienzo de la Reforma, fue el momento en el que comprendió que no son las obras humanas, sino la fe en Cristo, lo que hace que una persona sea justa ante Dios.
Así, como justificados por Dios, somos llamados cada día de nuevo a tener hambre y sed de la justicia.
Amén.
Marcus Garras