Un día Rut le dijo a Noemí: “Déjame que vaya al campo, a ver si algún segador me permite ir detrás de él recogiendo espigas.” “Ve, hija mía”, le respondió su suegra.

Rut 2,2

Noemí junto con su marido Elimélec y sus hijos Mahlon y Quilion, migraron hacia Moab, por la escasez de comida en Belén.
En la “nueva tierra” sus hijos se casan con Orfa y con Ruth (dos mujeres de Moab). Pasados unos pocos años muere Elimelec esposo de Noemí, Mahlon esposo de Ruth y Quilión esposo de Orfa quedando las tres viudas.
Noemí decide volver a su tierra porque escuchó que la hambruna había pasado… Así llega a Belén, acompañada de Rut.
Todos las observan volver con las manos vacías… Lo único que les quedaba era una frágil esperanza y el amor y el compromiso de cuidarse mutuamente… (Rut 1)
Movida por el hambre, Ruth decide ir a trabajar para traer comida a la casa… y le dice a su suegra: “déjame ir a recoger unas espigas”… Noemí le anima a hacerlo, recordando la palabra de Dios que enseña que “cuando llegue el tiempo de la cosecha, no recojas hasta el último grano de tu campo ni rebusques las espigas que hayan quedado…” (Levítico 19,9-10)
La palabra de Dios:
Enciende la luz de esperanza…
puesta en práctica, transforma la vida…
genera solidaridad…
sacia el hambre…

En su necesidad Noemí y Rut recurren a la Palabra de Dios… ponen su fe en él y saben que si hay personas que creen en Dios y dejan que su fe los guíe, las personas – y por lo tanto el mundo– podrán ser transformadas.
Que Dios esté contigo, que su Santo Espíritu te ayude a recordar todas sus enseñanzas, y siguiendo el ejemplo de Jesús, puedas poner tu granito de arena en la transformación de la vida y la realidad de muchas personas…

Ricardo A. Becker

Rut 2,1-23

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