Elías miró y encontró cerca de su cabeza un pan recién horneado, y una jarra de agua. Así que comió, bebió y se acostó, de nuevo.
1 Reyes 19,6
Elías, un profeta elegido por Dios, se enfrenta a los dioses de Baal en un desafío para determinar cuál es el verdadero Dios, y resulta victorioso gracias a la respuesta a su oración. Dios, que es un ser vivo y que escucha, responde a su llamado. Sin embargo, después de esta gran victoria, Elías enfrenta amenazas de sus enemigos y se ve obligado a huir al desierto. En ese momento, experimenta miedo y tristeza, y llega a decirle a Dios: «¡No puedo más, deseo morir!». Finalmente, se duerme en medio de su angustia.
Ahora es Dios quien actúa en su vida, así puede seguir su camino y llegar al monte Horeb.
Amigo/a, te pregunto: en tu vida, ¿cuántas veces has salido de tu casa sin rumbo debido a la falta de trabajo? ¿O has visitado al médico por una enfermedad? ¿O has tenido que despedir a un ser querido, sintiendo que ya no podías más y te rendías? Déjame decirte que es precisamente en esos momentos donde Dios interviene y actúa.
Todos atravesamos momentos en la vida que parecen un desierto sin salida, ¿verdad? Pero cuando permitimos que el Señor intervenga, Él se encarga de proveernos con alimento y agua espiritual para renovar nuestras fuerzas. Para ello, es esencial leer su palabra y conversar con Él, como si fuera tu mejor amigo. Cuéntale todo, incluso tus momentos de desesperación, porque ten por seguro que Él te escucha. Su Ángel está siempre a tu lado, cuidándote. Confía en su promesa que encontramos en el Salmo 23:1: “El Señor es mi Pastor, nada me faltará, aunque camine por valles oscuros de muerte.”
Hermano/a, no permitas que la depresión o el desánimo te venzan. Sé fuerte, valiente y triunfarás.
Señor Jesús, te pido fortaleza y sabiduría para superar el miedo. No me abandones, anhelo que me protejas y cuides cuando enfrentó peligros. Te necesito y te agradezco porque puedo confiar en ti. Amén.
Wirlene Schmechel