El que había sido ciego les contestó; -Ya se lo he dicho, pero no me hacen caso, ¿Por qué quieren que se lo repita? ¿Es que también ustedes quieren seguirlo?
Juan 9,27
Qué lindo texto poder convencernos de seguir al Señor aun estando en contra de lo que digo o hago por interpretación de la ley de los hombres. Qué lindo poder ver la lectura. Entender la Biblia.
Leyendo el texto me llama la atención, cómo en este versículo el ciego les responde a los “leguleyos” de aquella época.
De la misma forma hoy también se cambian formulaciones en el día a día en todo nuestro planeta. De la misma manera los políticos con que contamos en los países de la cuenca del Río de La Plata dan vuelta cada palabra dicha. La interpretan a su antojo. Las leyes están hechas para que sean interpretadas por el estamento judicial. En nuestros países esa interpretación tiene su precio. Es la profesión de los que aprenden a leer entre líneas, y que saben expresarse sin decir nada. La ley de los hombres es representada por la diosa “iustitia” representada con los ojos vendados. ¿Ciega, pero con vendas, quita y pone para que se pueda ver o dejar de ver la injusticia?
No hay ciego más grande que el que no quiere ver. Qué bueno que en nuestro tiempo se viva la inclusión de los ciegos en algunas comunidades cristianas. Cómo habrá sido durante la estada de Jesús en Israel. ¿Los familiares alquilaban a sus ciegos para pedir limosna? ¿Había obras sociales? ¿Había oculistas, ópticas?
Velo, por que podamos ver lo que hace falta en nuestra sociedad. Que comencemos por nosotros mismos a incluir en nuestro trato a aquellos que tienen capacidades más allá de lo común.
Jürgen Holst
Juan 9,24-34