Pero el pueblo tenía sed y hablaron en contra de Moisés. Decían: ¿Para qué nos hiciste salir de Egipto? ¿Para matarnos de sed, junto con nuestros hijos y nuestros animales?

Éxodo 17: 3

Hace un tiempo, en uno de los libros de reflexiones para meditar, encontré un texto que relataba más o menos lo siguiente: un pequeño se sentaba en una sillita junto a su madre y la observaba bordar. Mientras su mamá hacia la labor, el niño manifestó que desde su posición no podía entender la forma o el dibujo que su madre hacía sobre la tela. Ella pacientemente le respondió que fuera a jugar y que esperara a que termine y que lo tomaría en brazos para ver el dibujo desde arriba y podría comprender que estaba bordando.
La meditación finaliza comparando el bordado de una madre con los planes de Dios para la vida y al niño con cada uno de nosotros frente a las dificultades y desesperanza de nuestra vida.
El texto que nos toca hoy relata la travesía del pueblo de Dios que va caminando hacia la tierra prometida y como en medio de ese caminar, el cansancio, la desesperanza y el no entender los planes de Dios, hace que ellos mismos se vuelvan contra Él y contra Moisés que los guiaba.
Lo mismo sucede con nosotros cada vez que la vida nos pone frente a la incertidumbre y el dolor. Nos hace mirar al cielo y preguntar el porqué de lo que estamos atravesando. Pero la fe y la confianza en Dios, que surge cuando dejamos que el obre en nuestras vidas, hace que podamos comprender que nuestro Dios está bordando y elaborando lo mejor para cada una y cada uno hoy y siempre.
Amen

Melisa Hilman
Éxodo 17,3-7

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