Comprendemos que orar es hablar con Dios en forma personal y confiada. Nos dirigimos a Dios para pedir y agradecer, alabar y confesar. La Biblia nos invita a cultivar este diálogo.
De ese modo, podemos confiar que Dios atiende nuestras súplicas y por esa razón se puede dejar en sus manos el momento y la forma de su cumplimiento.
En la Biblia existe un modelo de oración que Jesucristo enseñó a los discípulos que deseaban aprender a orar. De trata del Padrenuestro, un patrón que estimula e inspira nuestras propias plegarias.
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy; y perdónanos nuestras deudas,
así como nosotros perdonamos a nuestros deudores;
y no nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal,
porque tuyo es el reino y el poder y la gloria. por los siglos de los siglos.
Amén.