“Entonces el Señor puso al hombre en el jardín del Edén para que lo labrara y lo cuidara” Génesis 2: 15
El 1° de mayo se conmemora en casi todo el mundo el Día Internacional del Trabajador en homenaje a los llamados Mártires de Chicago, grupo de sindicalistas anarquistas que fueron ejecutados en 1886 en medio de una huelga que reclamaba el cumplimiento de una Ley que regulaba la jornada de trabajo a 8 hs, cuando lo habitual era entre 12 y 16 horas.
Como cristianos protestantes, entendemos que somos llamados por Dios a servirle por medio del trabajo. Ya sea en la fábrica, en el campo, el comercio, la oficina, la calle, el hogar, ya sea como empleados o empleadores, como jefes u operarios, cada uno está llamado a ser colaboradores y colaboradoras de su obra, recreando constantemente las condiciones de vida que el Señor nos ha dado. Por medio del trabajo recibimos una identidad, nos comunicamos y formamos comunión con otros, nos servimos mutuamente.
El trabajo es una bendición siempre que el trabajador y la trabajadora se encuentren al amparo y protección de leyes que enaltezcan y dignifiquen su tarea; que regulen las relaciones laborales e impidan los abusos; que resguarden su seguridad. Lamentablemente, muchas de estas garantías y dignidades desaparecen cuando la economía deja de estar al servicio de la producción y se orienta a garantizar el lucro financiero y en el afán de maximizar las ganancias se precarizan las condiciones de trabajo.
Hoy se vuelve fundamental sostener la dimensión de servicio a Dios y al prójimo que se encuentra en la esencia misma del trabajo, insistiendo en la necesidad de que hombres y mujeres por igual puedan desarrollarlo en condiciones que garanticen satisfacciones para sí y para sus familias.
Que el Señor que nos llamó a servirlo y a ser colaboradores suyos por medio del trabajo las bendiga y los bendiga.
¡Feliz día de los trabajadores y las trabajadoras!
Pastor Leonardo Schindler
Pastor Presidente de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata