Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni va por el camino de los pecadores, ni hace causa común con los que se burlan de Dios, sino que pone su amor en la ley del Señor y en ella medita noche y día.
Salmo 1,1-2
En la actualidad, nos enfrentamos a la dificultad creciente de encontrar un propósito claro para nuestras vidas. Al dejar de lado los mandatos divinos en favor de otros que no nos benefician, hemos perdido el celo por la Palabra y la práctica de la fe. La lectura, estudio y reflexión de la Biblia han sido relegados, aunque solo unos minutos al día podrían hacer la diferencia.
Nuestras agendas saturadas y las constantes demandas del entorno a menudo nos impiden dedicar tiempo suficiente a la meditación y la oración. Sin embargo, es crucial cuestionarnos si verdaderamente carecemos de tiempo o si no estamos priorizando adecuadamente nuestro compromiso espiritual. A veces me pregunto: ¿no tenemos tiempo?, o, ¿no nos hacemos ese tiempo? Cinco minutos por día bastarían, por ejemplo, para la lectura del devocional diario que estas Lecturas Diarias nos ofrecen.
¿Nos hacemos de ese tiempo? ¿Nos tomamos esos cinco minutos para nuestro diálogo fecundo con Dios? En los tiempos que vivimos, con sus dificultades y sus problemas, ¡cuánta falta nos hace el encuentro con Dios! Cuánta falta nos hace el sentir del salmista: Feliz el hombre que… pone su amor en la ley del Señor y en ella medita noche y día. En medio del vértigo cotidiano, ¡Cuánto bien nos hace detenernos un tiempo para abrevar en el manantial de vida que nos ofrece Cristo!
Gladys Esther Heffel