Pone su amor en la ley del Señor y en ella medita noche y día.

 

Salmo 1,2

 

Muchas veces he escuchado la afirmación, casi desesperada, de personas que “buscaban la felicidad” y decían no poderla encontrar. ¿Existe la felicidad? Seguramente. Es una actitud del ánimo, una emoción, un estado no fácil de hallar y menos de retener sin esfuerzo. Sí, hay momentos y situaciones que nos ayudan para sentirnos felices. Trasmitir felicidad. La fiesta de un cumpleaños, una rica comida compartida con amigos y en familia, una conversación sincera y en confianza, sanadora, un paseo logrado o disfrutando de las vacaciones tan esperadas.
El título que le han puesto al Salmo 1 en la versión “Dios Habla Hoy” de la Biblia es: “Felicidad verdadera”. ¡Uy, qué suerte, aquí está entonces!
La última frase del versículo elegido para hoy, da la respuesta e indica el camino hace esa felicidad verdadera. Utiliza palabras sencillas. Decirlo es fácil. Encontrarla y vivirla es más difícil.
Bueno a no desanimarse. No nos pide una vida recluida en un monasterio y leer y meditar todo el tiempo en la Escritura. Su invitación es ir a la acción.
Ponerle amor a la “ley de Dios”, es decir llevar una vida conducida por las señales que nos marcan los diez mandamientos para el camino (abran nuevamente su catecismo, o pueden leer en Éxodo capítulo 20).
Como lo enseñó Jesús en su doble mandamiento del amor a Dios y a nuestros prójimos. No hace falta la perfección. Con probar todos los días en ser honestos, respetuosos, amables y no aflojar, alcanza.
En ese camino está la “felicidad verdadera”, la paz y la libertad. Seguramente contagiarás a otros.

 

Everardo Stephan

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