Jesús le respondió: “Si hablé mal, testifica del mal; pero si hablé bien, ¿por qué me golpeas?” (…) Así, Pedro lo negó otra vez, y enseguida cantó el gallo.

Juan 18,23.27

Dios está junto a los seres humanos que sufren. Los cristianos están junto a Dios en sus sufrimientos. Esto dice Dietrich Bonhoeffer en un poema. Tratamos de estar junto a Dios en su sufrimiento, al escuchar y meditar los textos de la pasión. Los textos nos quieren ayudar a abrir los ojos y descubrir los sufrimientos de Dios por su creación. Sufre por los seres humanos y sus de actos de opresión e injusticia.
Jesús, preso como un criminal, fue llevado a ser juzgado ante los sacerdotes Anás y Caifás. Jesús proclamó el amor, la libertad, la dignidad del ser humano y la verdad como lo más importante. No solamente lo predicó, sino que lo demostró con su propia vida. Aunque atado y ante el juicio de los líderes religiosos, no pierde su dignidad, y habla con la verdad. No se deja indignar y esto molesta al alguacil. El acusado, que responde sin miedo, debe ser humillado, castigado, debería temer a las autoridades. Jesús no entra en este juego. Él le pregunta al alguacil: “¿por qué me golpeas?” Esta pregunta le refleja al alguacil su injusta e indignante actitud. ¡Increíble! Jesús, a pesar de sus ataduras, actúa como el libre protagonista de su pasión.
Al mismo tiempo, en el mismo lugar se encuentra el discípulo Pedro. Él hizo la promesa de no abandonar a Jesús. Lo siguió hasta la casa de Anás, pero la angustia lo paraliza y queda afuera, hasta que otro discípulo le ayuda a entrar. En el patio tres personas le preguntan: “¿Tú también eres amigo de Jesús?” Y Pedro responde las tres veces: “no conozco a este hombre.” Enseguida canta el gallo…
Se cumplió lo que Jesús le había anunciado. El miedo y la angustia por la propia vida se hicieron más grandes que su fe. Él se entregó al poder del temor y negó conocer a su amigo y maestro.
Pedimos: Que tu espíritu nos fortifique en nuestro caminar, a mantener la fe, y que no nos domine la angustia. Que la verdad y no la mentira sea nuestro testimonio. Danos fuerza y buena voluntad para estar presentes en los sufrimientos de Dios. Amén.

Günter Kreher

Juan 18,12-27

Compartir!

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email
Share on print
Print