Honren al Señor, los consagrados a él, pues nada faltará a los que le honran.
Salmo 34,9

Estas palabras nos indican que si mostramos respeto y consideración hacia Dios, no nos faltará nada. Sin embargo, la vida también nos presenta momentos desafiantes en los que nos sentimos mal, enfrentamos dudas, miedo e inseguridad. En tales circunstancias, Jesús nos invita a renovar constantemente nuestra fe y a ser obedientes, reconociendo la acción y provisión divina.
En ocasiones, las personas, al recibir bendiciones, atribuyen estas a su propio destino o habilidades, pasando por alto la obra de Dios en sus vidas.
Dios desea sostener a todos, pero no todos son capaces de percibir esta disposición del Señor para guiar sus vidas hacia Él. Aquellas personas que reconocen su presencia comprenden que en cada momento, situación y necesidad, Él estará allí para proveerles.
En este pasaje, se insta al pueblo de Dios a buscar la santidad y la justicia, con el fin de recibir las bendiciones divinas. Es sabido que hay hombres que han adoptado prácticas fraudulentas, violentas e injustas para satisfacer sus necesidades. En este contexto, se les advierte y se les promete que todo irá bien para aquellos que se opongan a estos consejos maliciosos. A menudo, se menosprecia a quienes aspiran a la simplicidad, y algunos temen la pobreza. Sin embargo, Dios vela por los piadosos, asegurando que no sufrirán la miseria.
Dios nos advierte que no dejemos que el miedo o la desconfianza nos aparten de la búsqueda de lo que es correcto, ya que Él nunca abandona a aquellos que caminan con rectitud ante su presencia.
…No tengas miedo ni te desanimes, porque yo, tu Señor y Dios, estaré contigo donde quiera que vayas… (Canto y Fe N° 276)

Mónica Rockembach

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