Miren, el Señor va a arrasar la tierra, va a devastarla y trastornarla, y dispersará a sus habitantes.
Isaías 24,1

Con estas palabras, el profeta comienza su anuncio del juicio de Dios sobre la tierra. En los próximos versículos cuenta con qué cruel- dad Dios va a destruir la tierra y que nadie se salvará. ¿Pero por qué va a destruir la tierra, si él mismo la creó? Leemos al comienzo de la Biblia en Génesis cómo Dios hizo la tierra. ¿Y ahora lo va a destruir todo? Me parece que no tiene sentido.
El profeta anuncia la destrucción como una advertencia a los habitantes de la tierra por su mal comportamiento. No han cumplido las leyes. “Han violado el pacto eterno”, dice el profeta. Dios lo ha creado todo, y como último a los seres humanos. Les dejó todo a disposición para vivir una vida en abundancia y en paz. Conocemos la historia de que desde el primer momento los seres humanos fallaron y que esto por supuesto no fue del agrado de Dios. Lo que podemos ver en la historia es que a pesar de una creación tan hermosa como lo es la tierra, el hombre y la mujer, nosotros, no somos perfectos.
A los profetas, en este caso a Isaías, esto les dio una rabia, un enojo tremendo. Tantas veces lo han explicado, pero no los quisieron es- cuchar. Esto lo conocemos de cuando nuestros padres nos lo decían a nosotros, cuando de chicos no cumplíamos lo que ellos nos decían. Pero así como nosotros tenemos bondad para con nuestros hijos y no los destruimos, tampoco Dios Padre va a destruir su creación. Porque su bondad es mucho más grande. Los que sufrimos cuando no se cumple la ley somos nosotros mismos. ¡Cuánto más linda sería la vida sin violencia, sin odio, sin mentira, sin engaño!
dios de gracia… danos luz y valentía para hacer tu voluntad. (Canto y Fe Nº 326)

Detlef Venhaus

Isaías 24,1-23

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