Pero tu amor, Señor, llega hasta el cielo; tu fidelidad alcanza al cielo azul. Tu justicia es como las grandes montañas; tus decretos son como el mar grande y profundo. Tú, Señor, cuidas de hombres y animales.
Salmo 36,5-6
El salmista, usando un lenguaje poético en el que incluye todos los elementos de la creación de Dios, alaba a Dios por su amor, su fidelidad, su justicia, su ley y el cuidado que tiene de su creación. Es interesante observar que el salmista expresa que Dios cuida a los hombres, es decir, varones y mujeres, y también a los animales. Esto significa que Dios no solo cuida al ser humano, sino a toda su creación. A lo largo de la historia del cristianismo, hemos pecado como seres humanos al darnos a nosotros mismos una importancia superior en detrimento de la creación entera. Esto se ha afirmado con expresiones tales como que el ser humano es la joya o la corona de la creación. Este lugar autoimpuesto de superioridad ha fomentado una relación explotadora y destructiva del mundo en el que vivimos.
Actualmente, nuestro planeta se encuentra en una emergencia muy severa, en la cual las condiciones de habitabilidad para el ser humano a largo plazo ya no están aseguradas. Esto se debe a la acción profundamente destructiva del ser humano. En ese contexto, ¡qué bueno es saber que Dios cuida de hombres y animales, como dice el salmista! Y claro está que en ese cuidado amoroso hacia su creación nos invita a ser parte. Que nuestro planeta sea habitable en condiciones dignas para las próximas generaciones depende también de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, muéstranos los caminos para ser responsables y amorosos con tu creación.
Sonia Skupch