Señor, muéstrame tus caminos; guíame por tus senderos; guíame, encamíname en tu verdad, pues tú eres mi Dios y Salvador. ¡En ti confío a todas horas!
Salmo 25,4-5
A lo largo de toda nuestra vida terrenal, siempre nos encontramos frente a situaciones en las que tenemos que tomar decisiones. Algunas son de menor importancia, mientras que otras tienen un gran impacto en nuestras vidas. Cada decisión que tomamos nos lleva por un camino diferente.
El Salmista pide a Dios que le muestre sus caminos, y esto es muy importante, ya que muchas veces las decisiones que tomamos no son las mejores para nosotros y nuestros seres queridos. Solemos tomar decisiones basadas en nuestro estado de ánimo, la situación del momento y nuestra perspectiva personal sobre lo que creemos que es mejor. Sin embargo, nuestro Dios conoce exactamente lo que es más adecuado para un futuro lleno de crecimiento, realización y esperanza. Es por eso que al principio, los caminos de Dios pueden no ser comprendidos, pero siempre nos llevarán a lugares de delicados pastos y aguas cristalinas, como expresa el Salmo 23.
En nuestro Dios podemos confiar, porque sus planes siempre buscan nuestro bienestar como hijos suyos. Nuestro Dios es grande, incomparable en su amor y bondad. Es un privilegio formar parte de su pueblo elegido. Fuera de Él, no hay nada ni nadie que nos cuide con tanto afecto y cariño. Debemos compartir esta verdad en nuestro mundo lleno de personas desorientadas y sin rumbo a seguir.
Fabian Pagel