Les pedí a tus discípulos que lo expulsaran, pero no pudieron Jesús le respondió: “¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con que ustedes y tendré que soportarlos?”

Lucas 9,40-41

Es sabido que en tiempos de crisis se manifiesta lo peor, lo más egoísta y lo mejor, lo más noble y solidario que nos habita. En estos días de cuarentena obligatoria a muchas y muchos nos cuesta ser respetuosos de las reglas y decisiones que se toman a nivel social para cuidarnos y cuidar a los demás. Somos presa de un tonto egoísmo que pone y nos pone en riesgo. También están los que aprovechan para aumentar los precios de los productos y servicios sin más motivos que la avaricia. Las redes sociales están infectadas de videos de predicadores sembrando el miedo y terror apocalíptico. Tratan de aumentar con malas artes el número de los asistentes a sus iglesias y el monto de las ofrendas y los diezmos. Podrán entrar en transes místicos y emitir sonidos ininteligibles; o creer que Dios prepara un paraíso solo para ellos. Pero lo que no podrán es expulsar a los demonios del egoísmo, la avaricia, la mentira, la soberbia y la idolatría que nos enferman. Mucho menos al demonio de la desigualdad e injusticia social donde se nutren y alimentan los peores demonios que nos azotan y nos dejan exhaustos. Entendemos entonces que hasta Jesús se harte y ya no quiera soportarnos.

Será cuestión de ayunar, abstenernos del mal cotidiano que nos enferma. Y de orar para que la palabra nombre y expulse a los fantasmas y demonios que nos atormentan. Confiando en que aunque se canse, Jesús nos asistirá con su Espíritu de vida y verdad.

Sabino Ayala

Lucas 9,37-45

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