Lunes 15 de septiembre

 

¡Aleluya! Siervos del Señor, ¡alaben su nombre!¡Bendito sea ahora y siempre el nombre del Señor! ¡Alabado sea el nombre del Señor del oriente al occidente! El Señor está por encima de las naciones; ¡su gloria está por encima del cielo!

 

Salmo 113,1-4

 

Las Escrituras nos recuerdan la grandeza de nuestro padre, su supremacía y su gloria que trascienden fronteras y límites.
Siento un profundo agradecimiento por el llamado y la disposición a servir que descubrí hace muchos años y que redescubro cada día.
Trabajo con personas con síndrome de Down y siento la dicha de ser un instrumento para llevar esperanza a sus familias, facilitar aprendizajes, compartir sus logros y velar por un mundo inclusivo para todos y cada uno.
Doy gracias a Dios por la vocación, los dones y las familias a las que acompaño. Agradezco las pruebas superadas y las luchas que hemos enfrentado y seguiremos enfrentando.
Oremos: Amado Padre, me inclino ante ti para decirte gracias. Gracias porque Nacho aprendió a leer y ahora puede escribir “te amo” a su papá. Gracias porque Milena se ha recuperado y la has salvado después de 7 meses de internación. Gracias porque Delfina puede respirar por sí misma y por las docentes de Morena que creen en ella. Gracias por la alegría de Santino y su empatía al abrazarme y decirme “está todo bien”. Gracias porque cada uno de ellos me mira con amor.
Gracias, Dios, por permitirme ver a cada uno en su singularidad, reconocerte en sus rostros y encontrar alegría en el servicio.
Gracias por la inmensidad de lo pequeño y por el día a día. Te agradezco por poder compartir tu palabra.
Alabado sea tu nombre. Amén.

 

Silvana Nagel

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