Dios es santo
Salmo 99,5b

Es la afirmación de una memoria histórica de un Dios que ama la Justicia (vs4) y por sus actos lo reconocen como santo.
¡Santo Dios! Es una exclamación que, comúnmente, la gente utiliza para expresar su dolor e impotencia frente a situaciones límites causadas por destrucción ambiental, pobreza, enfermedades, entre otras causas injustas.
¡Dios es santo! Y porque es santo, podemos afirmar que su voluntad no es destruir la vida, en ninguna de sus formas. Frente al actual desafío de defensa de la naturaleza, el historiador Eduardo Galeano dice: “Esta civilización no deja dormir a las flores, ni a las gallinas ni a la gente. En los invernaderos las flores están sometidas a luz continua, para que crezcan más rápido. En las fábricas de huevos, las gallinas también tienen prohibida la noche. Y la gente está condenada al insomnio por la ansiedad de comprar y la angustia de pagar”.
Es lamentable cuando no se ven las causas que provocan destrucción de la vida y que, a menudo, éstas se las atribuyen a Dios como responsable de todo tipo de sufrimientos, y se dice: es su voluntad. Veamos que, en la oración del Padrenuestro, las peticiones “santificado sea tu nombre (…) hágase tu voluntad” van juntas. Si afirmo que Dios es santo, su voluntad no es el ecocidio, entendido como saqueo y destrucción de nuestra madre tierra y, consecuentemente, de la vida humana.
“Santo, Santo, santo, mi corazón te adora…” porque eres Creador de toda diversidad de vida; en todas sus formas está tu amor presente, y en Jesús redentor has venido a ofrecernos vida en abundancia. Ilumínanos en defensa de la naturaleza.

Norma Guigou

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