Ustedes también estén preparados; porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen.
Lucas 12,40
La propuesta de reflexión de hoy habla de conductas humanas. Creo que ese tema es importante. Porque podemos hablar mucho y… hasta convencer. Pero lo que más define es lo que hacemos. (“Res non verba” se dice por ahí).
Así lo enseñó nuestro Señor Jesucristo cuando puso por ejemplo la conducta de los dos siervos. Son distintos el uno del otro; pero lo serio del caso es que esos tales somos nosotros.
Sí, yo también; pero ¿Cuál? ¿El vigilante? ¿El infiel?
La pregunta de Pedro fue contestada con el ejemplo del segundo siervo, es decir, no hubo respuesta directa; pero hubo llamada de atención: “estemos preparados” para cuando venga el Señor a pedir cuentas: ¿Qué hemos hecho con esa vida que él nos entregó en custodia? Es para todos una gran responsabilidad con todo el peso que contiene el hecho de estar avisados.
El buen cristiano (el de Lucas 12,36) debe estar alerta, vigilante, fiel; sin cubrirse con “ropas holgadas” incómodas para actuar. Por eso Jesús aconsejó “ceñir sus lomos”, como cuando usamos un cinturón para sujetar la ropa suelta y así andar por el mundo haciendo una vida con buena conducta. La ropa holgada que necesita ser sujetada, ceñida, son todas esas cualidades como egoímo, envidia, ansias de poder, celos, quedarse con lo ajeno, indiferencia hacia el prójimo que sufre; si no erradicamos tales cualidades serán el estorbo que no permitirá una buena relación con el Señor.
A través del tiempo escuché muchas ideas sobre merecimientos de castigo: “somos hijos del rigor”, “la letra con sangre entra” reflejan el sentir de una mayoría.
Que en esa hora de rendir cuentas no encuentre el Señor motivos ni causa alguna de necesitar correctivos.
Yo quiero ser cual mi Jesús, sirviéndole con lealtad; sincero y fiel yo quiero ser cumpliendo su voluntad. (Cántico Nuevo Nº 312)
Alicia S. Gonnet
Lucas 12,35-48