Oh Dios, ten compasión de nosotros y bendícenos; míranos con buenos ojos, para que todas las naciones de la tierra conozcan tu voluntad y tu salvación.
Salmo 67,1-2
Es la profunda convicción de que tenemos un Dios que siempre quiere lo mejor para nosotros. Un Dios que nos acompaña en las buenas y en las difíciles, que nos extiende su mano paterna para guiarnos por el mejor de los caminos y que, cuando nos equivocamos, con inmensa misericordia nos ofrece y concede perdón. Pero también es la convicción de que Dios desea esto no solo para nosotros, sino para todos sus hijos e hijas en la tierra. Es más, es el testimonio de que no puedo estar bien si mis hermanos no lo están.
Cuentan que un cierto día, en una aldea africana, un antropólogo propuso un juego. Puso una canasta llena de frutas cerca de un árbol y les dijo a los niños que aquel que llegara primero ganaría todas las frutas. Cuando dio la señal para que corrieran, todos los niños se tomaron de las manos y corrieron juntos. Después, se sentaron juntos a disfrutar del premio. Cuando les preguntó por qué habían corrido así, si solo uno podía ganar todas las frutas, le respondieron: “Ubuntu”. ¿Cómo uno de nosotros podría estar feliz si todos los demás están tristes? Ubuntu, en la cultura Xhosa, significa: Yo soy porque nosotros somos. No puedo ser feliz si ustedes no lo son. No puedo vivir en paz si ustedes no la tienen. No puedo disfrutar de lo que Dios me da si a través de mí mis hermanos son privados de lo que también les corresponde.
Annedore Venhaus