Lunes 2 de diciembre

Vivir sin temor alguno, libres de nuestros enemigos, para servirle con santidad y justicia y estar en su presencia toda nuestra vida.

Lucas 1,74-75

Zacarías recuerda la promesa que Dios le había hecho a Abraham: una vida sin miedo y libertad de los enemigos, esto con el objetivo de servir a Dios en santidad y justicia y vivir en su presencia.
Uno de los mayores obstáculos en la vida es, en efecto, el miedo. Cuando tenemos miedo nos encerramos, nos aislamos, no confiamos, miramos todo con escepticismo, ponemos todo el empeño en cuidar lo nuestro. Es una reacción natural del ser humano, pero, si somos sinceros, también nos quita mucha calidad de vida. Esencialmente nos impide descubrir la belleza de la vida, de los vínculos con otros, de las redes que se tejen entre las personas y de descubrir la enorme dicha que significa servir a las y los demás.
En este tiempo de Adviento, las y los invito a tener presente que el mayor regalo que Dios nos ha dado a través de su hijo Jesucristo es justamente la libertad. Esa libertad que rompe las cadenas del pecado, de la muerte y del miedo. La libertad que nos permite mirar a los ojos a los demás y descubrir en él o ella un ser humano digno y valioso con el cual vale la pena relacionarse. Es esa libertad la que también nos permite descubrir a quienes necesitan de nosotros y permitirnos esa generosidad en nuestros corazones. Las y los invito a que en medio de muchas fuerzas que nos inducen al miedo, nos animemos a vivir una vida en libertad y sin temores.

Sonia Skupch

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