Lunes 20 de octubre

 

¡Felices los que en ti encuentran ayuda, los que desean peregrinar hasta tu monte!

 

Salmo 84,5

 

“Jeder ist seines Glückes Schmied”, se dice en alemán, lo que significa: “Cada persona se forja su propio destino”. Y de hecho, hay mucha gente que hoy en día piensa de esta manera: solo tienes que quererlo. Solo tienes que esforzarte, no debes abandonar ni bajar los brazos. Si te esfuerzas lo suficiente en lo que haces, tendrás una vida buena y exitosa.
Y esto no es solo teoría, realmente funciona. Uno puede verlo muy bien a su alrededor: en su círculo de amigos, en la televisión y especialmente en las redes sociales. La gente se ve bien y exitosa. Y si ellos lo logran, claro que uno mismo también puede (y lo va a) conseguir.
Pero ¿qué pasa si no lo logramos? ¿Si nos esforzamos una y otra vez pero nuestros planes no salen como esperábamos? Justo cuando estamos a punto de lograrlo, algo sucede y tenemos que empezar de nuevo, desde cero. O ¿mientras seguimos nuestros planes nos quedamos sin energía porque nos sobrestimamos? En esos momentos, la gente, especialmente hoy en día, tiende a juzgarnos rápidamente.
Si no logramos nada, sentimos que no tenemos ningún valor. Si no hacemos algo impresionante, parece que nadie se va a interesar por nosotros. Y así uno se siente como en un valle árido, donde no hay posibilidad de hacer crecer algo nuevo. Uno se siente atrapado porque no tiene suficiente fuerza para salir de ese lugar sin ayuda. Entonces, ¿qué hacemos? Una posible respuesta la ofrece el salmista cuando dice: “¡Felices los que en ti encuentran ayuda, los que desean peregrinar hasta tu monte! Cuando pasen por el valle de las Lágrimas lo convertirán en manantial, irán sus fuerzas en aumento”. Dios es sin duda nuestra ayuda y fortaleza. Amén.

 

Jana Menke

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